CELTA-SEVILLA

Lo que cuesta volver a sonreír

Iago Aspas se lamenta al final del encuentro mientras el sevillista Rami y Bongonda se saludan.
photo_camera Iago Aspas se lamenta al final del encuentro mientras el sevillista Rami y Bongonda se saludan.

El Celta sólo pudo empatar ante un Sevilla con diez en un duelo en el que fue desde la escasez al fulgor

El Celta eculpió ayer un empate en la piedra del Sevilla. Con las manos, con escasas armas –y menos tendrá en siete días en el Camp Nou– y peleando contra un sino juguetón últimamente. Los sevillanos, con diez desde el minuto 24, se adelantaron a balón parado cerrando un mal primer tiempo local, pero los célticos tiraron de fulgor en una segunda mitad en la que merecieron remontar. En el duelo por Europa, todo sigue igual, pero con el 'gol-average' ganado. Cuesta volver a sonreír como otrora, pero al menos se intenta.
Porque el equipo vigués está en ese momento en que el intento de sonrisa se te queda en mueca; en que lograr alcanzar cualquier meta más que un mundo te cuesta un universo; en que tú escribes con presunta finura y casi todo queda hecho un borrón. Días torcidos que cuesta horrores enderezar. Contra eso pelea, contra eso peleó ayer y contra eso peleará en las próximas fechas. Somos pocos y la abuela no pare.
Llegaba el Sevilla con esa media sonrisa de quien te ha vencido recientemente y eso le dio serenidad; llegaba el Celta con ese rictus triste de recién derrotado, pero eso no le dio ímpetu. Porque más que ansias de venganza, el equipo vigués apostó por ser reflexivo y anteponer a todo el equilibrio, ese que buscó Eduardo Berizzo apostando finalmente por repetir su centro del campo habitual y dejar en el banquillo la opción más ofensiva de Señé que había barajado en la víspera. Enfrente, el Sevilla cambió un puñado de nombres pero ni un ápice de su fortaleza, sabiendo desde el inicio que su raíz es la defensa física y atacando por las ramas para hallar en punta la referencia de Llorente.
Al Celta le faltó velocidad, condimento necesario si quieres molestar lo pétreo de dos líneas de cuatro esperando tu error en tu propio campo. Esta vez, el Sevilla no discutió la posesión pero, como sucedió en la segunda mitad del encuentro copero, supo aprovechar mucho mejor los minutos o segundos en los que dispuso del balón. Sin alardes, tiró de mecanismos para desdoblar a sus laterales y atacar por banda con fe en que los centímetros son un argumento futbolístico tan bueno como cualquier otro. Su interés no era persecutorio, así que sus intentos se quedaron en aproximaciones sin peligro pero con intención.
Mientras, el Celta aprendía a mover el balón sin Nolito ni Orellana en el campo. Medio ciego, vamos. Pero supliendo la falta de vista con interés en recuperarla. Lo malo es que el aprendizaje fue un tanto lento de entrada, aunque Bongonda y Wass tentaron la suerte con dos disparos que se fueron desviados, el uno desde dentro del área, el otro desde el borde. Los caminos se querían encontrar por las bandas, con Bongonda y Beauvue, pero no había posibilidad de centro con remate y eso dejaba en nada el trabajo previo.
En éstas andábamos, cuando Fazio pareció echar una mano a los célticos. Dos faltas absurdas a destiempo del recién retornado central argentino le supusieron sendas amarillas –la primera, bien es cierto, con retardo, porque Velasco Carballo confundió de inicio el autor del codazo sobre Aspas, pero después su auxiliar le permitió rectificar– y el Sevilla se quedó con diez. El destino parecía sonreír al necesitado de alegrías conjunto vigués, que tampoco las tenía todas consigo porque veía como cada tarjeta amarilla que le caía –la de Bongonda de nuevo por fingir una falta– suponía una merma para el próximo encuentro liguero.
El Sevilla, además, asumió el golpe sin pestañear: Carriço y 
Krohn-Dehli retrasaron su posición y siguió con sus dos líneas de cuatro. Bien es cierto que dejó de inquietar por banda y cifró todo a las acciones a balón parado, por aquello de los centímetros. Y la receta sirvió. Tres saques de esquina consecutivos en los últimos minutos de la primera parte parieron un gol: Llorente remata, Beauvue rechaza y Carriço remacha. Como el jueves, gol justo antes del descanso.
Mueca torcida que tocaba cambiar. Empezó a enderezar el gesto Bongonda atreviéndose a encarar de vuelta al campo. De hecho, una internada suya debió acabar en gol pero cogió a Beauvue con el punto de  mira errático. Otro disparo de Radoja desde el borde del área acabó por prender la primera llama de un fulgor que había que avivar y Berizzo lo hizo poniendo en el campo a Guidetti y Chelo Díaz por Jonny y Radoja, lo que envió a Wass al lateral derecho. El danés enseguida convirtió en buena la apuesta: enorme centro y llegada en carrera de Beauvue para empatar. Y el fulgor estalló.
La grada se encendió a la par que el equipo. Con tanta pólvora arriba, las ocasiones empezaron a caer, incluso a amontonarse por momentos, pero el gol se resistía. Mientras, el Sevilla se agazapaba y ponía en el campo la velocidad de Gameiro para asustar con su velocidad y su recuerdo.
Chelo Díaz –delineante futbolístico, pareció– y Tucu movían el balón desde el centro, buscando en una banda a Bongonda, en la contraria a Wass –más extremo que lateral–, y por el centro la creatividad de Aspas –como siempre que tiene un nueve al lado, con mucha movilidad– y Guidetti. El sueco tuvo la última en una nueva incursión de Bongonda, pero su remate a ras de hierba –no cualquiera, hierba de estreno– se topó con Rico. Empate que sabe a poco pero que hubo que esculpir en piedra.

Celta:
Sergio Álvarez; Jonny Castro (John Guidetti, min.61), Gustavo Cabral, Sergi Gómez, Carles Planas; Pablo 'Tucu' Hernández, Nemanja Radoja (Marcelo Díaz, min.61), Daniel Wass; Claudio Beauvue, Iago Aspas, Théo Bongonda.
Sevilla:
Sergio Rico; Ferreira, Rami, Fazio, Escudero; N'Zonzi, Carriço; Reyes (Banega, min.63), Krohn-Dehli, Konoplyanka (Vitolo, min.57); Fernando Llorente (Gameiro, min.67).
Goles:
0-1, m.42: Carriço; 1-1, m.64: Beauvue.
Árbitro:
Velasco Carballo (colegio madrileño). Expulsó al visitante Fazio (min.24) por doble amonestación. Además, mostró tarjeta amarilla a los locales Bongonda, Sergi Gómez y Aspas, y a los visitantes Konoplayanka, Escudero y Sergio Rico.
Incidencias:
Partido disputado en Balaídos ante 16.420 espectadores, según el club.

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