división de honor femenina

Cuando la mano ganó al pie

Sarai Samartín (Mos, 1995), en el pabellón de O Porriño, donde se inició en el balonmano y continúa.
photo_camera Sarai Samartín (Mos, 1995), en el pabellón de O Porriño, donde se inició en el balonmano y continúa.

Sarai Samartín se decantó por el balonmano tras compaginarlo varios años con el fútbol

Formación y evolución. Sarai Samartín jugaba al fútbol en el equipo de su pueblo de pequeña y un día acudió a una clase de balonmano. Se apuntó y terminó por decantarse por el balón pequeño y el manejo de los dedos antes que por el grande y el pie. Eso fue hace unos seis años y ahora es una de las jugadoras con mayor proyección del balonmano español tras hacerse un sitio en el Porriño y realizar una Copa de la Reina sobresaliente. 
"Duró unos años el debate entre fútbol y balonmano. Hasta infantil de segundo año. Jugaba a las dos cosas y, en ocasiones, tenía dos partidos los sábados y tenía que poner uno a una hora y otro a otra para poder ir a los dos. Intentaba cuadrarlos así, me gustaban los dos", asegura Samartín y añade que "cada equipo me tiraba. Al final, a fútbol jugaba en Mos y al llegar a edad cadete tendría que dejarlo o cambiar de equipo porque se terminaba la categoría mixta. En balonmano no pasaba esto y terminé escogiendo. Creo que no me equivoqué, pero nunca se sabe". 
Ya dentro de la pista de balonmano también evolucionó, tanto por exigencia como por necesidad. Abel Estévez, su entrenador, reconoce que "formó parte de una generación del club que ganó todo en categorías inferiores. Destacaba en ataque, pero en defensa le costaba más. Aun así, trabajó y mejoró", explica el técnico. La propia jugadora explica que esta evolución fue también debido a la necesidad y el inconformismo. Estar en el banquillo no gusta y, si hay que mejorar atrás para salir de él, es preciso aplicarse. "Generalmente no era defensora. Llevo unos años que es lo que intento porque, al final, si quieres más minutos tienes que aportar en defensa y en ataque", reconoce Samartín.
Una reflexión a la que se puede llegar tras muchos minutos en el banquillo y pasar de jugar todo como juvenil a viajar mucho para estar sentada. Algo que no gusta.  "La transición al primer equipo es complicada. Igual haces 1.000 kilómetros para quedarte en el banquillo o jugar cinco minutos. Es complicado. Es una época que pasamos casi todas y las que seguimos es porque pudimos aguantarlo. Hay otras que no lo soportan y acaban dejándolo. Ves que entrenas igual o más que otra gente que juega y, al final, estás en el banquillo si poder hacer nada porque no depende de ti. Es una cuestión del entrenador o de las que están en ese momento en pista. Tienes que esperar a que llegue tu momento y aprovecharlo", explica la primera línea.
Y exprimir los escasos minutos con 19 o 20 años no es sencillo porque "juegas con más presión y con nervios. Sabes que, si lo haces mal, regresas al banquillo con velocidad y no ayuda", reconoce Samartín. Por su parte, Abel Estévez matizó que "supo superar la etapa de jugar poco". 
Entrenó duro, mejoró en la retaguardia y explotó en ataque en una única temporada. "Di un paso muy grande. Respecto a los minutos y a la confianza jugando, fue un paso enorme. Ya la anterior temporada pude coger algo de protagonismo por las lesiones. Este año, el entrenador me dio mucha confianza, me encontré bien y pude aportar en la pista y hacer cosas", explica la primera línea del Porriño. A ello ayudó que "tengo la ventaja de que hay compañeras con las que llevo toda la vida jugando, esto hace que la conozcas y facilita que el nivel sea más alto".
Si su temporada comenzaba a llamar la atención en el mundo balonmanístico, la Copa de la Reina disputada en O Porriño, en el pabellón en el que llevaba jugando durante una década, terminó por situar a Samartín como una de las jugadoras de mayor proyección de su edad. En ataque, donde brilló por físico y talento, y también en una defensa en avanzado propia de manuales del balonmano. "Disfruto en esa posición, algunas veces me tocan otros puestos, pero es donde estoy más cómoda", reconoce Samartín y desvela algunos de los trucos de un puesto complejo porque "es una posición expuesta y tienes que medir al árbitro y al rival. Si pegas, se te ve. Entonces, depende del atacante, también hay quien lo exagera... Algunas veces pasa y es una cosa de veteranía y picardía. Algunas veces hay que esconder los golpes, son trampillas...". 
Recibió alguna que otra propuesta para cambiar la camiseta del Porriño por otras este verano, pero "apostamos por ella, como siempre hacemos con la gente de aquí", reconoció Abel Estévez y al propia jugadora matiza que "tuve una reunión con la directiva y el equipo técnico y me dieron confianza, me querían mejorar las condiciones y no pude decir que no". 
Seguirá su evolución a la orilla del río Louro porque " techo no hay que ponerse nunca. Quiero mejorar, espero hacerlo año a año y, hasta el momento, se está cumpliendo", afirma Sarai Samartín que, a día de hoy, no tiene noticias de la selección española, pero "si viene sería algo genial".

Te puede interesar