ATHLETIC-CELTA

Cuando el fútbol desciende al sótano

Fabián Orellana celebra junto a Nolito y Iago Aspas el primer gol del partido de ayer en San Mamés.
photo_camera Fabián Orellana celebra junto a Nolito y Iago Aspas el primer gol del partido de ayer en San Mamés.

En el fútbol, como en la vida, hay clases. Son muchos los que aspiran a codearse con los más poderosos, aunque sea sólo para aparentar lo que no son, pero los hay que prefieren moverse en los bajos fondos. Allí se sienten más cómodos.

Sacan a pasear todas sus arterías y dejan tras de sí un reguero de víctimas de sus triquiñuelas. Descienden al sótano más sórdido para encontrar ahí un atajo hacia un ático con vistas a la playa. "Siempre en mi equipo, uno de esos siempre en mi equipo", susurra quien valora las vilezas si estas conducen a buen puerto mientras otros maldicen al vil de turno, bien representado ayer en San Mamés por Aritz Aduriz y Raúl García. Ambos se mueven bien en los sótanos de cualquier casa y sobre todo en la suya propia. Y desde el suelo mataron al Celta, con Cabral como víctima necesaria. El argentino picó el anzuelo que le tendió Aduriz y fue menos sutil que el vasco. El árbitro vio su taconazo en la sien del delantero, que ya tendido sobre el césped sólo tuvo que dramatizar lo necesario, y el céltico se despidió del partido y posiblemente de la temporada antes de tiempo. Y también desde el suelo completó la remontada Raúl García, un incordio para cualquier rival, un especialista en sacar de quicio a sus compañeros de profesión y un seguro de vida para aquellos que defienden su misma camiseta.

El fútbol celestial
El Celta llegaba a San Mamés empujado por un fútbol de clase alta. Siete partidos seguidos sin perder le permitían plantarse en 'La Catedral' con el quinto puesto en su poder, consciente de que un empate bastaba para regresar a Vigo en el mismo peldaño de la clasificación. Pero el equipo de Berizzo no sabe jugar a empatar y desde el primer minuto aprovechó los espacios que le dejó el Athletic, generoso en exceso, para atacar el portal de Iraizoz. Iago Aspas pecó de generosisad en el primer minuto tras una genial asistencia de Nolito, pero Orellana no perdonó poco antes de que se cumpliera el cuarto de hora inicial y aprovechó un buen servicio de su compatriota 'Chelo'  Díaz para poner al Celta en ventaja.

El factor Aduriz
Aduriz es la gran amenaza del Athletic y ayer lo volvió a demostrar. Le bastaron un par de minutos para encauzar el partido. Los locales habían empezado a empujar con más decisión cuando el veterano delantero guipuzcoano forzó un penalti cometido por Cabral que él mismo se encargó de transformar. El argentino, que minutos antes había recibido un manotazo del atacante, se ofuscó tras la pena máxima y cayó en la trampa que le puso Aduriz segundos después.  Pasó por encima del vasco, tendido sobre el césped de San Mamés, y no pudo evitar la tentación de dejar una muesca en la sien de su rival. Roja y adiós a la temporada.
La resistencia
El panorama oscureció para el Celta en un suspiro. Por delante, casi una hora de partido en inferioridad numérica. Berizzo movió a su equipo. Wass pasó al lateral y Hugo Mallo, a la posición de central. Así hasta que, poco después de la reanudación, Radoja ocupó el lugar de Aspas, sustitución que obligó a cambiar de ubicación a Orellana y, de nuevo, a Wass y Mallo. Piezas que se movieron una vez más cuando Planas ocupó el lugar de Marcelo para que Jonny pasase de la izquierda a la derecha, Mallo regresase de nuevo al central y Radoja ocupase el hueco del chileno en el centro del campo. Un maremágnum del que el Celta salió airoso, casi sin conceder ocasiones, hasta que Raúl García decidió, como Aduriz, tendido en el suelo. Quisieron reaccionar los celestes y volvieron a tener presencia en ataque, pero ya era demasiado tarde.n

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