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Entre lo cualitativo y lo cuantitativo

Iago Aspas se lamenta tras la acción del penalti que acabó por darle la victoria a la Real Sociedad ayer en Balaídos.
photo_camera Iago Aspas se lamenta tras la acción del penalti que acabó por darle la victoria a la Real Sociedad ayer en Balaídos.

Cuando el peso de los errores es mucho mayor que el de los aciertos, aunque los segundos sean más que los primeros. Cuestión cualitativa que condenó ayer a un Celta que regaló dos goles que facilitaron la remontada de la Real después de un encuentro en el que durante muchos minutos fue mejor que el conjunto donostiarra. El nuevo estilo Unzué mostró muy pronto los pros y los contras. Queda tiempo de sobra para que los segundos no tapen a los primeros, como ayer. 

Una primera apuesta previsible
La primera apuesta de Juan Carlos Unzué en cuanto a nombres no sorprendió a nadie. De hecho, calcó el mismo once que el pasado domingo ante la Roma en el último amistoso de la pretemporada, con la salvedad de la entrada de Maxi Gómez por el lesionado John Guidetti. Un once muy parecido al ideal de Berizzo en la recta final de la pasada temporada, aunque con Jozabed y sin Tucu. El actual técnico celeste prefirió el cambio directo entre nueves antes que tener que mover más el equipo para reubicar a Iago Aspas al centro del ataque y cubrir el hueco que dejaría en la derecha. 

4-4-2 para liberar a Aspas
Unzué apuesta, de entrada, por el clásico 4-3-3. Pero tal dibujo representa el posicionamiento de su equipo con balón. Porque, sin él, la situación cambia, principalmente, para liberar a Iago Aspas, algo que ya había sucedido puntualmente en la época de Berizzo. Con Wass en el centro del campo –y su ingente despliegue físico–, el moañés se ve muy liberado de tener que tapar la banda en cuestiones defensivas y puede actuar más como segundo delantero o, incluso, como un centrocampista más, sumándose a la creación de juego.

Cuando los porteros son líberos
Asume el Celta, desde el primer día de la pretemporada, que cometerá errores por su empeño de sacar el balón jugado desde el área propia. Aunque duele hacerlo nada más comenzar la temporada. Lo cierto es que los dos equipos que ayer se midieron en Balaídos piden a sus porteros un sobreesfuerzo con el balón en los pies, ejerciendo de líberos. Rulli erró en varias ocasiones con balones perdidos en el centro del campo, pero el gran fallo fue el de Sergio, cuando midió mal el peligroso pase a Wass y permitió a Oyarzabal empatar. Tener claro el límite entre la valentía y la osadía es lección que deben interiorizar enseguida los guardametas celestes.

Errores diferentes
Dos de los goles de la Real llegaron tras sendos errores gruesos individuales de Sergio y de Jonny. Pero fueron bien distintos. El primero sí es achacable, además de al meta celeste obviamente, a la idea futbolística celeste, por esa insistencia en sacar el balón jugado desde atrás. El segundo, en cambio, es un fallo meramente en un mal control del lateral celeste, sin relación causa efecto táctica directa. El análisis, pues, no puede ser común. 


Cambios-control; cambios ofensivos
Juan Carlos Unzué realizó dos de sus cambios con el marcador a favor. Buscó control con la salida al campo de Tucu Hernández y Lobotka, sobre todo en el primer caso al sacar del césped al goleador Maxi Gómez. Más centrocampistas y, al final, paso a un sistema 4-1-4-1. Con la última sustitución, Hjulsager, ya tras la igualada realista, pretendía una llegada que no tuvo. Por su parte, Eusebio Sacristán realizó todas sus variaciones pensando en el ataque. Las dos primeras con el marcador en contra, pero la última ya con el empate en el electrónico. El técnico realista creyó.n 

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