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Cómo tirar un partido ganado

Los jugadores del Valladolid celebran uno de los tres goles que marcaron ayer en Balaídos ante un Iago Aspas cabizbajo.
photo_camera Los jugadores del Valladolid celebran uno de los tres goles que marcaron ayer en Balaídos ante un Iago Aspas cabizbajo.

Extraño partido el que jugó ayer el Celta contra el Valladolid.

Antonio Mohamed revolucionó el once con cinco caras nuevas y el equipo vigués encarriló el encuentro con un cuarto de hora sensacional en el que marcó dos goles y pudo hacer alguno más. Pero a partir de ese momento, los celestes se relajaron, se echaron atrás y permitieron que el cuadro pucelano sacara un empate en el tiempo de prolongación.

Revolución en el once
Antonio Mohamed introdujo hasta cinco cambios en el once con respecto al que alineó el pasado lunes en Girona, dos de ellos obligados por la sanción de Gustavo Cabral y la precaución tomada con las molestias de Hugo Mallo, y los otros tres por decisión técnica. En defensa, el entrenador del Celta pasó a una línea de cuatro, con David Costas –en su estreno esta temporada– acompañando a Néstor Araujo en el centro, Roncaglia por la derecha y Juncá, que debutó en partido oficial con la camiseta celeste, en el lateral izquierdo. En el centro del campo, Mohamed dio descanso a Fran Beltrán para probar al turco Okay Yokuslu junto a Lobotka y en el ataque, Boufal disfrutó de su primera titularidad en detrimento de Pione Sisto.

Ni defensa ni paciencia
Llegaba el Valladolid con un bagaje de equipo sólido en defensa y con escasa pólvora en ataque. Mohamed advirtió en la previa de que el partido exigiría paciencia por parte de los celestes, pero sus jugadores optaron por desautorizar al técnico, ayudados por alguna facilidad de la zaga pucelana. La renovada banda izquierda del Celta inició la jugada del primer gol a los cuatro minutos. Combinaron Juncá y Boufal junto a la cal y el lateral catalán puso el balón en la frontal del área, a los pies de Maxi Gómez, que filtró la pelota entre los centrales hacia Iago Aspas para que el moañés abriera el marcador con un remate cerca ya del área pequeña. Cuatro minutos después, los dos delanteros célticos intercambiaron los papeles: Iago Aspas centró desde la derecha y Maxi hizo el 2-0.

Relajación celeste
El Valladolid quedó a merced del Celta en esos primeros minutos y Aspas y Boufal dispusieron de sendas oportunidades de ampliar el marcador, pero los vigueses lo vieron tan fácil que entraron en una fase de peligrosa relajación. Entre dejadez defensiva e imprecisiones en el pase, el equipo celeste permitió que el rival se adueñara de la pelota y se fuera acercando cada vez con mayor peligro a la portería de Sergio. Rubén Alcaraz estrelló un balón en el poste en el minuto 36 y, dos después, Óscar Plano redujo distancias en el electrónico al cabecear a la red un centro desde la izquierda. Era el primer gol del Valladolid en la presente temporada.

La pegada no basta
El Celta no consiguió quitarse de encima el dominio del Valladolid, pero a los pucelanos les falta la pegada que le sobra al equipo celeste. Sufrían los vigueses cuando, en el 53, Boufal llevó la pelota hasta el borde del área donde Iago Aspas se sacó un remate seco y ajustado al palo que sorprendió a Masip. Pese al 3-1, el cuadro pucelano no se rindió. Sergio González pobló su once de delanteros y tuvo premio. Enes Ünal marcó el 3-2 y, en el tiempo de prolongación, Leo Suárez logró un empate muy merecido. 

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