CELTA 2-1 SPORTING

El Celta se pierde pero gana

John Guidetti, titular ayer por primera vez, pelea un balón con el sportinguista Luis Hernández durante el partido de anoche en Balaídos.
photo_camera John Guidetti, titular ayer por primera vez, pelea un balón con el sportinguista Luis Hernández durante el partido de anoche en Balaídos.

El equipo vigués se llevó gracias a un rebote un partido que jugó mal ante un meritorio pero romo Sporting

Un Celta perdido ganó ayer a un Sporting que no sabe marcar. El equipo vigués se extraña. Se mira en el espejo y no se reconoce. Ha perdido la idea, que no la intención. Lo que antes surgía natural ahora cuesta horrores parirlo. Pero, con todo, el marcador le sonrió. Lo hizo porque el equipo gijonés es tan laborioso y tan bien elaborado como romo –sólo un enorme error de Sergio el permitió marcar–. Y porque un rebote de Nolito entró en la portería de Cuéllar.
Porque Berizzo no esperó a la Copa para mover la plantilla. Sostuvo el argentino que no le preocupó la tendencia previa de malos resultados, pero sí pareció hacerlo el bajón de juego vivido en Riazor. De ahí que diese la alternativa a Bongonda, para jugar en banda derecha y permitir a Orellana sentirse un mediapunta incluso de puesto en el dibujo, y Guidetti, siendo Wass y Aspas los sacrificados. Mover piezas para descubrir, por un lado, si son fiables y, por otro, si la idea está por encima de los nombres, como se desea.
La comunicación interna en un equipo es fundamental. Aquellos de las sociedades que verbalizó Valdano, pero extendido más allás de dos jugadores. Los entrenadores suelen pedir a los suyos que se hablen. Pero como todo, el exceso es pernicioso. Y la cantidad de indicaciones entre los propios jugadores celestes y de Berizzo desde la banda en la primera mitad delataba una situación: el Celta se sentía cómodo en el marcador, pero incómodo en el juego. La situación inversa a la que solía ser norma en el equipo vigués.Y había que lidiar con ella.
Porque anoche, el arranque le vino bien al Celta. Acertar a la primera hace que la vida te sonría. En casi todo. Y en fútbol, cuando se habla de goles, siempre. Hasta que Nolito hizo de las suyas –en versión positiva, obviamente- al cuarto de hora, al equipo vigués ya le había dado tiempo a comprobar que jugar contra el Sporting quema como el aliento de un fakir en día de servicio. El bloque gijonés es precisamente eso: un bloque y gijonés. Un puñado de futbolistas que saben jugar juntos, que fían su supervivencia en la élite con un equipo joven y barato en la fe en la táctica. Pero no encerrado, sino yendo a buscar el destino, presionando, adelantando líneas y reduciendo espacios. Y como cree en el camino, no tropieza. Que se lo digan a los centrales, laterales y mediocentros del Celta ayer, que sudaron para descifrar la presión rival y encontrar a la siguiente línea.
Lo logró Planas al cerrar una de las repetitivas circulaciones en campo propio de lado a lado con un balón en profundidad que encontró a Nolito. Y Nolito ejerció de Nolito. Aguantó de espaldas, se perfiló hacia su zurda y rompió la defensa rival con un centro al segundo palo para la entrada de Bongonda. El belga fue inteligente dejando el balón a un lado para que Orellana marcase.
El marcador venía a tranquilizar. Pero no supuso una mejoría significativa del juego. Sí hubo opciones cuando se pudo explotar la defensa adelantada del Sporting en un par de ocasiones que acabaron en Cuéllar. Pero hilvanar, lo que se dice hilvanar... Lo visto casi no daba ni para unos guantes.
Porque además, el equipo gijonés se asomó al área viguesa. Lo hizo sin presencia inquietante precisamente en esos últimos metros, –salvo algún balón colgado hasta de saque de banda, con Luis Hernández sacando a pasear su habilidad para ponerla allá muy lejos con los brazos– pero lo hizo. Lo suficiente como para que las indicaciones internas se multiplicasen esperando que la fluidez verbal se tradujese en fluidez futbolística.
Pero la segunda parte no empezó mejor. De hecho, el Sporting se hizo dueño del balón y el Celta se encontró en una situación que le es extraña. Ya no sólo porque no tenía la posesión, sino también porque sus atacantes estaban demasiado lejos de la portería rival y eso convertía el contragolpe en el único recurso ofensivo. Mientras, los gijoneses tiraban de acciones a balón parado para inquietar en el área porque su posesión, cierto es, no se convertía en llegadas combinativas.
Si ideas y sin la idea. Así se encontraba el Celta cuando Sergio regaló el gol del empate al Sporting. Acababa de entrar en el campo Wass para intentar recuperar el balón cuando el meta celeste le entregó el balón al recién entrado  Carlos Castro, que se lo agradeció encarándolo y batiéndolo. Excesivamente dramática, pero la pura imagen de un equipo que, por segundo partido consecutivo, no se reconocía a sí mismo. 
Pero la grada tiraba. Y había que tirar. Sin dinámica alguna pero con la esperanza de que una acción suelta te diese el apoyo del marcador antes de iniciar la terapia de grupo para descubrir dónde está el juego perdido. Y la fortuna sonrió. Porque Castro no acertó con la portería celeste en la vaselina con la que cerró una contra y Nolito encontró un inesperado premio al ir a buscar un pase en profundidad de Aspas al que llegaba en ventaja Cuéllar. Pero el meta gijonés golpeó mal y el rebote en la pierna del gaditano acabó en gol. 
Hubo resultado, no hubo juego. La idea se ha perdido y, sin ella, el equipo se siente huérfano, raro. Se ganó. Innegable. Pero hay que recuperar lo que se perdió.

Celta:
 Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Gustavo Cabral, Sergi Gómez, Carles Planas; Augusto Fernández, Pablo 'Tucu' Hernández; Théo Bongonda (Daniel Wass, m.64), Fabián Orellana (Josep Señé, m.90), Manuel Agudo 'Nolito'; John Guidetti (Iago Aspas, m.78).
Sporting:
Cuellar; Lora, Luis Hernández, Bernardo, Isma López; Mascarell, Nacho Cases; Halilovic, Dani Ndi (Pablo Pérez, m.69), Jony (Juan Muñiz, m.78); y Sanabria (Carlos Castro, m.63).
Goles:
1-0, m.14: Orellana; 1-1, m.64: Castro; 2-1, m.83: Nolito.
Árbitro:
Jaime Latre (comité aragonés). Amonestó con tarjeta amarilla a Cabral, Sergi Gómez y Pablo Hernández.
Incidencias:
Estadio municipal de Balaídos, con 18.039 espectadores.

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