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El Celta ya no resulta tan etéreo

Los jugadores del Celta celebran uno de sus tres goles de ayer ante la desesperación del portero local Asenjo.
photo_camera Los jugadores del Celta celebran uno de sus tres goles de ayer ante la desesperación del portero local Asenjo.

El Celta vence al Villarreal (2-3) en el primer triunfo a domicilio del técnico. Buen partido de los célticos, que se adelantaron con goles de Brais, Okay y  Maxi,  y sufrieron al final para conservar la victoria. 

El Celta etéreo ganó en solidifación con el partido y la victoria lograda ayer en el campo de un deprimido Villarreal. Eso sí, dejándose influir por él mismo y su pasado en una recta final en la que estuvo a punto de dar al traste con 80 y tantos minutos de buen juego y de clara superioridad sobre el rival. Un triunfo que, unido al de la última jornada ante el Huesca, sirve para asentar el nuevo proyecto de Miguel Cardoso y a las elecciones realizadas por éste. Con la jornada a media jugar, Europa vuelve a ser una posibilidad cierta y el descenso un temor lejano.

Hay futbolistas totales. No porque hagan de todo, sino porque se saben siempre parte de un todo. Y tienen ese todo en la cabeza y, lo que es más importante, en los pulmones y en las piernas. Jugadores en torno a los que orbitan balones, rivales, compañeros y equipos. Que juegan con la ley de la gravedad, aumentándola o anulándola a conveniencia. Personas nacidas para jugar al fútbol.  Futbolistas como Iago Aspas o Santi Cazorla. Que tienen en Brais Méndez un ávido aprendiz.
Sobre ambos cimentaron sus partidos Celta y Villarreal, aunque Aspas encontró mucha más colaboración que el renacido Cazorla. Mantiene el asturiano una enorme capacidad para leer los tiempos, para descifrar la táctica propia y ajena y romperlas con un solo pase. Para dotar de claridad a la negra noche en la que vive su equipo. Ayer lo intentó en una primera parte que comenzó más en pies de los locales pero acabó en los de los visitantes.

La disputa por la posesión no era encarnizada. Sí lo era la de los espacios, con dos equipos tratando de reducirlos. Especialmente el Celta, que adelantaba su defensa y provocaba que en apenas 20 metros en el centro del campo se moviesen todos los futbolistas. Y es en las estrecheces donde la calidad sale a relucir. El Villarreal respiraba cuando aparecía Cazorla, pero sin crear peligro; el Celta respiraba cuando se juntaban Brais y Aspas y sí se acercaba con más asiduidad por la meta de Asenjo. El propio Brais, Juncá y el propio Aspas dispusieron de sus ocasiones en un duelo cada vez más celeste.
Porque atrás no se sufría –Costas ha crecido, Araujo es expeditivo, Juncá cuidaba su espalda más que otras veces  y, sobre todo, Okay llena de energía la vida allá por donde pisa– y en la creación había ideas claras. Lo que incluye obviar la salida al toque cuando es preciso. Cada vez se llegaba más y mejor a la línea de mediapuntas. Boufal se sumó a la fiesta con sus conducciones plenas de calidad.
El Celta maduraba el partido. Rubén apenas recibió sustos esporádicos y sólo tuvo que realizar una intervención en la primera parte. El equipo vigués miraba hacia delante. Pudo marcar tras un córner, pero Aspas se topó con Asenjo y Boufal, con el lateral de la red. Fue el preludio del primer tanto: robo en mediocampo de Brais que la habilidad de Boufal convierte en jugada aprovechable. El francés abre hacia Aspas, que devuelve un balón tenso hacia el centro y, al borde del área, Brais enganchó un gran zurdazo con rosca que Asenjo sólo pudo rozar.
Tras el descanso, Javi Calleja quiso inquietar más la meta celeste y puso a Ekambi en el campo. No dio tiempo a saber si la apuesta era buena. A los tres minutos, una falta lateral lejana la puso con maestría Brais Méndez sobre el área y a por el balón acudió raudo Okay, que cabeceó sin remisión.
El Madrigal se levantó en armas contra los suyos, en grave crisis clasificatoria tras la derrota de ayer. Y el Celta reinaba porque todos sus futbolistas eran capaces de mover con comodidad el balón, desde la línea defensiva hasta la de ataque. Además, llegaba siempre antes a los duelos individuales. Por eso, un saque de portería en largo de Rubén fue prolongado de cabeza por Mallo hacia la zona que habitaba Brais. El mosense rompió a su par con un gran control que, además, abrió infinidad de espacios. Maxi los cabalgó, recibió el balón y lo golpeó con esa convicción que él tiene en que acabará en portería. Así fue. En apenas dos minutos, dos goles y la sensación de partido hecho tanto por la solidez demostrada como por la enfermedad del Villarreal.
En los siguientes diez minutos, el Celta pudo hacer el cuarto y hasta el quinto. Pero no lo hizo. Y, tras los cambios, permitió que el rival se rehiciese con un pase atrás a Rubén que el meta convirtió en cesión al agarrar el balón. Bacca acertó. Como también cuatro minutos después tras un córner en el que Juncá salió al primer rechace y rompió el intento de fuera de juego. Quedaba todavía demasiado tiempo. Y el Villarreal pudo empatar con un balón al palo. Un final que afeó un buen partido que debe servir para crecer.

Villarreal:
Asenjo, Mario Gaspar, Álvaro, Víctor Ruiz, Pedraza (Funes Mori, m.92), Cáseres, Trigueros (Ekambi, m.46), Fornals, Cazorla, Chukweze (Bacca, m.54) y Gerard Moreno.
Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Néstor Araujo, David Costas, David Juncá; Brais Méndez (Fran Beltrán, m.75), Okay Yokuslu, Jozabed Sánchez (Gustavo Cabral, m.80), Sofiane Boufal (Andrew Hjulsager, m.65); Iago Aspas y Maxi Gómez.
Goles:
0-1, m.45: Brais Méndez; 0-2, m.48: Okay; 0-3, m.50: Maxi Gómez; 1-3, m.83: Bacca; 2-3, m.87: Bacca.
Árbitro:
Gil Manzano (comité extremeño). Mostró amarilla a los locales Cáseres, Álvaro y Mario Gaspar y a los visitantes Okay, Maxi Gómez y Rubén Blanco.
Incidencias:
Partido disputado en el estadio de La Cerámica ante 15.720 espectadores.

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