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Balaídos sufrió con timidez pero celebró con algarabía

A los aficionados del Celta, como al equipo, les costó encontrarse ayer; pero al final hasta algún selfie cayó.
photo_camera A los aficionados del Celta, como al equipo, les costó encontrarse ayer; pero al final hasta algún selfie cayó.

No fue la de ayer una tarde de perfecta sincronización en Balaídos en lo que a la grada se refiere. Como el fútbol del equipo no era hilado, el ánimo desde la grada llegaba también a trompicones. Y cuando las gargantas se animaban a soltarse, las de una grada no se acompasaban en exceso con la de enfrente. Balaídos fue ayer un canto discontinuo y poco afinado, pero un canto al fin y al cabo.
La grada de animación en Río Bajo se sentía obligada a llevar la voz cantante, especialmente porque desde Río Alto apremiaba el centenar de seguidores del Alavés que se personó en Vigo a ritmo de batucada. Tanto ánimo traían de casa que hasta se hicieron oír de forma desafiante mientras Balaídos cantaba el himno. Los cánticos de los vitorianos fueron prácticamente incesantes y, dado su menor número y su ubicación más concreta, durante algunos minutos mandaron sobre los locales.
Pero toda la impericia en el graderío celeste se borró de un plumazo cuando Radoja marcó. En ese momento, la sincronización en la celebración del gol fue perfecta, así como el aplauso durante el descuento. Victoria, vive dios.

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