Celta - Alavés

Balaídos pita, Mohamed tiembla

Atlantico 25
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El Celta cae ante el Alavés (0-1) en la primera derrota del año en Balaídos y acentúa su bache con seis partidos sin ganar.  Los célticos desaprovecharon ocasiones y se hundieron tras el gol vasco, al que reaccionó mal el técnico vigués. La Real Sociedad, rival en la Copa. Maxi, dos semanas de baja  

No merecieron perder ni el Celta ni Antonio Mohamed mientras el partido estuvo empatado sin goles. Sí lo mereció el técnico tras el tanto del Alavés al inicio de la segunda parte, reaccionando con nervios y tirando todo lo bueno que habían hecho sus hombres hasta la fecha. No hay puntos incluso cuando hay más juego. Lo peor es que no hay fe. Seis jornadas sin ganar. Balaídos pita. Mohamed tiembla.
Al técnico argentino no se le pudo achacar anoche falta de valentía en su apuesta inicial. Al menos, en cuanto a nombres, ya que la ausencia de Maxi Gómez la cubrió directamente con el ariete del filial Dennis Eckert. Una elección con la que se quitaba protección a sí mismo en caso de error, dejándolo al albur de las críticas si el equipo no respondía, por fin, a las expectativas. Con su decisión –pudiendo tirar de Aspas como nueve y algún componente de la primera plantilla para acompañarlo–, lejos de disminuir la presión sobre él, la aumentó. A jugar.
Con todo, la mejoría evidenciada en la primera parte del choque no giró en torno al rendimiento puntual del nueve elegido. La causa fue que, por fin, el equipo pareció tener claro a qué juega. Y juega a rasear el balón y, a partir de ahí, buscar caminos. Resultó clave el acierto combinativo de entrada, cuando el Alavés amenazó con ser un nuevo Getafe y presionar alto para dejar sin respuesta a los célticos. No fue el caso. Con Beltrán metiéndose entre los centrales, Sergio apostando siempre por jugar y Lobotka brillando en esa frontera entre la osadía y el atrevimiento, el Celta por fin se demostró estar capacitado para iniciar desde atrás el juego.
Tanto fue así que el Alavés enseguida varió de plan, pasando a replegarse y a esperar alguna contra –como la que acabó con peligroso disparo de Manu–, con Calleri de pivote arriba y Jony de lanzadera por la banda izquierda. Cierto es que a los de Abelardo Fernández no les disgusta este planteamiento, pero no lo es menos que el conjunto local fue capaz de asentar su idea e imponerla. Una circunstancia que apenas había logrado en los anteriores encuentros. Se jugaba a los que el Celta quería, aunque el Alavés también lo hiciese.
A ese buen despliegue desde campo propio le faltó la culminación. Con el Alavés replegado, costó encontrar huecos y oportunidades para probar a Pacheco, meta visitante. Pero el Celta insistió con una decena de acercamientos al área del conjunto vasco. La pena, que  ninguno fue lo suficientemente contundente como para desnivelar el marcador.
El fútbol en campo rival de los célticos se fue clarificando cuanto más fue apareciendo Iago Aspas, con Boufal como principal socio. El  moañés fue buscando su sitio hasta encontrarlo. Con su calidad al primer toque, en la pared y en el cambio de juego, inició las acciones más claras de cara al gol. La mejor, una llegada suya con pase final a Eckert en el corazón del área. Pero el alemán quiso controlar antes de tirar y no le dio tiempo a hacer los dos toques.
Las sensaciones eran positivas. Los pasos que se daban eran correctos, aunque faltaba el último. Quedaba pendiente para una segunda parte que comenzó igual que terminó la primera, con el Celta teniendo la posesión y jugando en el campo rival. Incluso Aspas probó suerte con una falta directa que encontró una gran respuesta en portería de Pacheco. Que no sería la última.
Todo estaba tranquilo, con el equipo madurando la recuperación de la autoestima perdida. Sin lujos pero con acierto. Pero el Alavés vive sobre la ola buena y el Celta naufraga en la mala. Una lejana falta caía bombeada sobre el segundo palo del área celeste. Allí estaba Júnior para cerrar, pero se confió, Laguardia metió la pierna y su centro fue rematado a bocajarro por Tomás Pina a gol. 
Un mazazo. Para el equipo y para un Antonio Mohamed que  no sabe ir por detrás en el marcador. Como cada vez que ha sucedido, juegue mejor su equipo o juegue peor, cambió la apuesta enseguida. Se fue Beltrán, que manejaba el centro del campo junto a 
Lobotka, para apostar por el uno contra uno de Emre Mor. Un desbarajuste táctico. Un reflejo nervioso, más que un plan meditado. Con todo, pudo marcar el Celta en una buena combinación al borde del área de Mor con Boufal, cuyo disparo encontró a un gran Pacheco. Lo mismo que le sucedió a Brais poco después. Por el medio, Sergio salvó al conjunto vigués con un paradón a Ibai.
Se esperaba un arreón final. Apenas lo hubo. Plagado de jugadores de ataque, el Celta acabó defendiendo. Sin orden, sin concierto, sin gol. Una derrota. Seis jornadas sin ganar. Alarma.

Celta:
Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Gustavo Cabral, Facundo Roncaglia, Júnior Alonso (Andrew Hjulsager, min 86); Stanislav Lobotka, Fran Beltrán (Emre Mor, min. 62), Brais Méndez; Sofiane  Boufal (Pione Sisto, min. 74); Iago Aspas, Dennis Eckert.
Deportivo Alavés:
Pacheco; Martín, Laguardia, Ximo Navarro, Duarte; Tomás Pina, Manu García; Brasanac; (Wakaso, min. 75), Jony (Borja Bastón, min. 93), Ibai, Calleri (Sobrino, min. 74)
Gol:
0-1, min.57: Tomás Pina.
Árbitro:
Del Cerro Grande (colegio madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla a Cabral y Hjulsager por parte del Celta; a Laguardia, Pina y Calleri por parte del Deportivo Alavés.
Incidencias:
Partido disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 15.627 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Luka Malesev, entrenador asistente del Celta en la década de los 80.

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