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El antídoto contra la niebla

Los aficionados del Celta tuvieron motivos para la celebración prácticamente desde el primer minuto de partido.
photo_camera Los aficionados del Celta tuvieron motivos para la celebración prácticamente desde el primer minuto de partido.

Balaídos y su entorno vivieron una animada previa de un encuentro en el que el fútbol y los goles despejaron la bruma

La idea del club era que el retorno del fútbol a Balaídos con la disputa del primer encuentro de la temporada en casa fuese lo más festivo posible. De ahí que idease un programa de actividades que atrajo a la afición cerca del estadio mucho antes de que el partido, otra vez nocturno, ocupase el centro del escenario.
Antes, los focos estuvieron fuera con las actividades y los hinchables destinados a los más pequeños y disfrutados, tanto o más, por los algo más mayores. Los aledaños del recinto deportivo vivieron celtismo antes de que el fútbol reclamase toda la atención. Y de musicar la espera se encargó el grupo "Los Limones", primero en el exterior del estadio y después ya dentro del mismo, en un escenario un tanto desangelado sobre la lona que cubre la nueva grada de Río.
Allí, mientras los espectadores iban llegando y la niebla iba colonizando el resto de la ciudad, sonó el himno gallego hasta en dos ocasiones para ir animando. Y también tiró de guitarra eléctrica Miguel Costas, elevando los decibelios y las emociones con un único pero sentido tema: "Miña Terra Galega".
Para entonces, los jugadores ya se habían metido en los vestuarios y, a partir de ahí, todas las miradas se centraron en un césped que pareció aguantar mejor de lo esperado. En la grada, más de 17.000 espectadores –la nocturnidad sigue ocasionando más de un quebradero de cabeza en cuanto a entrada, teniendo en cuenta que todavía estamos en agosto– que enseguida tuvieron razones para celebrar y aplaudir. De hecho, todo sonrió, todo fue luminoso y Balaídos, con sus focos y su ánimo, evitó que la niebla que calaba la ciudad calase a los celtistas y al fútbol.
Mientras un puñado de seguidores del Rayo proclamaban su fe contra los elementos en la grada de Tribuna, a Balaídos le dio tiempo de vitorear a algunos de sus elegidos, aunque llamó la atención por lo novedoso –cambiar a los laterales con viento a favor no es habitual– los cánticos a Jonny. Y no faltó el "Fútbol de salón" cuando en la segunda parte los célticos triangulaban tratando de serenar un partido que tenían en la mano. Porque cuando toca celebrar, todo lo que sume se ve con buenos ojos. El Celta ya está de nuevo en un Balaídos en obras pero con los cimientos anímicos muy firmes.

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Miguel Costas cantó la "Miña Terra Galega" de Siniestro Total en unos prolegómenos festivos para los niños y hasta para los seguidores del Rayo.

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