LA DURA VIDA DEL JUERGUISTA

Ocho cosas que volverás a hacer el sábado a la noche

Detrás de cualquier fiesta en condiciones se esconde el ibuprofeno del domingo.
photo_camera Detrás de cualquier fiesta en condiciones se esconde el ibuprofeno del domingo.

La resaca aún no está curada del todo y te prometes que el próximo fin de semana te quedarás en el sofá. Pero al final, llegará el sábado y volverás a caer

Suena a cliché, pero es cierto. Con lo que le cuesta a cualquiera sobrellevar el inicio de semana, lo último que apetece es pensar en volver a salir el próximo sábado a la noche. Así, tras resistir el siempre complicado lunes, martes y miércoles los invertirás en idear planes hogareños, que pasan por ver una peli tranquilamente, acostarte temprano, levantarte el domingo a una hora decente, ir a comer por ahí (también vale un brunch), y dejar pasar el fin de semana sin estridencias, descansado para la vuelta a la rutina.

Pero después llega el jueves y esas estructuras mentales se tambalean, más aún cuando a tu alrededor la gente empieza hablar del finde. Poco a poco, tus firmes convicciones de la vida sana ("salir está sobrevalorado", "ya tenemos una edad", "hay que ahorrar", "los domingos dan para mucho si los aprovechas bien"), se van disipando.

Y al final, el sábado por la noche volverás a estar ahí, volviendo a cumplir, punto por punto todas esas cosas que te habías prometido no hacer. Porque tú ibas a estar en casa viendo una película, maldita sea. En realidad, suerte si no llegas al sábado noche ya con resaca. La carne es débil.

 

.Pedir una ronda de chupitos al entrar a un local

Si estás en Ourense, puedes encontrarte en el Torgal, en el Charol, en el Patio o el Badulake cuando de repente sientes la irrefrenable necesidad de pedir una ronda de chupitos. No uno solo. Una ronda completa. Para ti y para tus amigos que te acompañan en el pub, a los que en realidad estás castigando a ingerir un trago de Jäger, licor café, aguardiente o similar. En ese momento crees que estás actuando de una forma inteligente, aportando un plus que dotará a la noche de más diversión. En realidad, estás terminando de firmar tu sentencia de muerte.

 

.Entrar en absurdos debates, que acabarán zanjándose con un argumento estúpido o la intervención de una tercera persona

Por la noche corres peligro de convertirte en un tertuliano. Siguiendo los pasos de los contertulios deAl Rojo VivoLa Sexta Noche o similar, a las cuatro/cinco copas uno empieza a hablar de cualquier cosa. Da igual que sea fútbol, política, ornitología o las virtudes de la comedia de Billy Wilder; todos acábamos dominando las áreas del saber occidental y lo proyectamos en debates que se terminan progresivamente reduciendo al absurdo, hasta la aparición de una tercera persona o un argumento lo suficientemente contundente (y estúpido, probablemente) que pueda zanjar la cuestión.

 

 

.Meditar acerca del paso del tiempo

Si todavía no has cumplido los 20, puedes saltarte este párrafo. Pero si ya has entrado con rotundidad en esa década, y sigues yendo a los sitios que frecuentabas cuando eras un jovenzuelo despreocupado, sabes que en algún momento de la noche te darás cuenta que tu presencia en esos momentos estás elevando la media de edad del local. A partir de esa epifanía, probablemente acabe llegando alguna reflexión pesimista y decadente tipo  "antes lo pasábamos mejor", o "ya no nos tajamos tan bien". Cuando compartas esas cuitas con algún amigo, éste te mirará resignado y si tiene un corazón puro te acompañará a que te refresques el gaznate.

 

.Invitar a copas como si no hubiese un mañana

"Ésta la pago yo". Como si el dinero no significase nada. Como si esos billetes que por la semana has guardado con tanto amor y ternura se hubiesen convertido de pronto en dinero del Monopoly. Qué gracioso ese momento del domingo en el que, tras encontrar la cartera, se te desliza la idea por la mente de que has debido perder pasta por algún lado. Ya. Y el dolor de cabeza es del garrafón. Claro.

 

 

 

.Hacer planes maravillosos

"El lunes nos apuntamos al gimnasio. Fijo, eh tío?". O a clases de teatro. O quedar para tomar algo. O montar una página web todos juntos. Si total da igual. Un sábado por la noche es un contexto maravilloso para construír ambiciosos planes que se terminarán quedando en el limbo de las ideas olvidadas. 

 

 

 

.Comentar tus sentimientos hacia amigos, conocidos o allegados

Llega un momento de cualquier noche (normalmente suele ser pasadas las 05-06.00 horas) en la que te crees protagonista de un talk-show. Y de pronto, lo que era hasta el momento una intrascendente convesación acaba girando hacia lo cojonudo que es tu interlocutor, lo pesado que es un compañero de trabajo o lo que ha engordado fulanito. Marujear, sin filtros, soltando verdades a pecho descubierto. Todo gracias a estar alicorado. Al día siguiente te arrepentirás, vaya si te arrepentirás. 

 

.El desayuno

Clave antes de volver a casa. Un 'after' en forma de hamburguesa completa, kebab, pizza o tortilla (o incluso un plato combinado, como acostumbra hacer un sabio amigo mío) que sirve además para llegar a casa un poco más católico. Y con el estómago lleno, un punto este último que agradecerás mucho al despertar el domingo y, tras beber un poco de Aquarius, zumo o kas de naranja (cualquiera de las tres opciones son válidas en el camino de la superviviencia) pienses que, por supuesto, el próximo sábado sí que no sales.

Que te quedas en casa.

Por supuesto. 

 

 

 

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