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El cine mudo gana sonoridades

Brais González (piano y guitarra), Blas Castañer (percusión) y Eduards Vecbaštiks (violín) integran el trío vigués que recuperó en la ciudad las proyecciones acompañadas de música en directo.
photo_camera Brais González (piano y guitarra), Blas Castañer (percusión) y Eduards Vecbaštiks (violín) integran el trío vigués que recuperó en la ciudad las proyecciones acompañadas de música en directo.

El trío vigues Caspervek compone bandas sonoras para los grandes clásicos del inicio del celuloide recuperando las proyecciones con música en directo. Este verano la banda hizo su quinta gira europea 

 Son únicos en su género en Galicia y en apenas cuatro años han logrado consolidarse con sus actuaciones en directo. Caspervek está integrado por tres músicos  que tienen como denominador común su pasión por lo que hacen y haber estudiado en el Conservatorio Superior de Música de Vigo. Desde sus inicios, este trío se dedica a componer bandas sonoras para películas del cine mudo, acompañando en directo proyecciones del expresionismo alemán, los cómicos norteamericanos del inicio del celuloide o los grandes maestros rusos. Pese a que en España la tradición por este tipo de grupos sea poca, aseguran que “no podemos quejarnos de la recepción que ha tenido el proyecto, tanto por parte del público como por parte de los programadores culturales”.
 Hace poco regresaban de su quinta gira europea en la que han recorrido los países bálticos y Noruega . Brais González, portavoz del grupo, comenta que “hemos dado cerca de 50 conciertos fuera de España, todos de muy diversa índole: desde tocar en el Museo Nacional de Estonia a hacerlo en un centro anarquista en Holanda, o actuar en el GORS (el auditorio más grande del Báltico) y poco después dar un concierto en la plaza de un pueblo perdido en Letonia. Todos son importantes, todos tienen detrás una historia y todos forman parte de un objetivo común: que el público siga conociendo lo que ofreces. Desde nuestro punto de vista, cuanta más gente pueda disfrutar de lo que hacemos, mejor que mejor”.
Trabajar con cine mudo supone para ellos “la posibilidad de crear a través de las obras de los grandes genios del origen del cine. Eso es un lujo como compositor que es difícil de medir. Por otro lado, hay una parte negativa que es que se trata de un legado finito que algún momento se terminará”. El grupo comenzó especializándose en películas del expresionismo alemán ("Nosferatu", "Metrópolis", "El Gabinete del Dr. Caligari") para luego pasar a tocar otros géneros, como el cine soviético y más recientemente, la obra de los grandes cómicos americanos, como Chaplin o Keaton. “Tratamos de diversificar nuestra propuesta, conscientes de que el trabajo que hacemos tiene que estar respaldado por un largometraje que resulte de interés para el público. También nos hemos dado cuenta que dependiendo de los lugares, los gustos cinematográficos varían. En España, por ejemplo, cada vez nos solicitan más películas cómicas”.
El hecho de que las composiciones de Caspervek estén condicionadas por lo que sucede en la pantalla resulta para ellos “tremendamente gratificante como creador” aunque pueda parecer desde fuera “un tanto encorsetado. Como compositor, he podido darme cuenta de que es posible alterar la percepción que un espectador tiene de la historia en función de la música que uno elige, del diseño estructural que decide darle a la pieza o de las sonoridades y timbres que asocia a cada personaje”. 
Entre las películas mudas a las que ha dotado de banda sonora se encuentra el primer filme gallego, “Miss Ledyia". El proyecto fue “entrañable y bonito al y además nos abrió muchas puertas aquí en Galicia”, recuerdan ahora. Además, también han trabajado para otro tipo de trabajos audiovisuales que iban más allá del cine mudo, aunque en la actualidad se centran en el legado de los pioneros del celuloide a la hora de componer. Y entre estos grandes nombres de la historia del cine hay uno que para ellos tiene un sabor especial. Mornau y su “Nosferatu”, película con la que iniciaron su andadura. 
Pero quizá su mayor reto fue "El Acorazado Potemkin” que “supuso un esfuerzo muy grande como compositor. Primero porque es una obra absolutamente cumbre del cine por lo que uno la aborda desde el respeto. Y segundo porque la propia estructura formal de la cinta, el montaje que propone el director y el clímax tan enorme que tiene en su recta final dificultaron mucho la composición según los parámetros en los que nosotros habitualmente trabajamos”. n

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