Los bebés han dado un vuelco a la vida de sus padres, dos jóvenes de 26 años en paro
Julio Leonardo, Borja Octavio y Valentina Isabel pasarán a la historia como el ultimo parto de trillizos alumbrados en el Hospital Xeral de Vigo antes de su cierre definitivo. Sin embargo, de poco les ha valido hasta el momento ya que hasta ahora la vida no está resultando muy facíl ni para ellos ni para sus progenitores, ambos en situación de desempleo.
El padre de los niños, Andrés Heredia de 26 años de edad, nació en Vigo pero ahora es vecino de la parroquia de Priegue, en Nigrán. Conoció a Graciela, la madre de los pequeños hace 18 meses, en Bolivia. Andrés, licenciado en Historia viajó al país andino con una beca de intercambio para completar sus estudios. Se enamoraron y se casaron. "Cuando nos dijeron que íbamos a ser padres, pensamos que vendría solo un bebé", indicó Andrés a este diario. A los pocos meses de embarazo el ginecólogo les informó que esperaban gemelos. No entraba en sus cálculos, pero podía pasar. De hecho, dos hermanos de Andrés son gemelos. Aturdidos con la noticia, se hicieron a la idea y pensaron, "bueno, donde comen dos comen tres". Sin embargo, lo que nunca sospecharon es que semanas después les informarían de la presencia de un tercer bebé. "La noticia nos preocupó mucho", confesaron los dos, sobre todo por como lo llevaría Graciela.
Los tres pequeños vinieron al mundo el 31 de de julio después de 32 semanas de gestación en el vientre de su madre, Graciela Apaza, la joven boliviana de 26 años a quien estos pequeños han cambiado la vida. Estudiante de veterinaria tuvo que dejar sus actividades profesionales para asumir una maternidad multiplicada por tres.
La pareja y sus tres hijos visitó ayer al alcalde de Nigrán, Juan González, quien les hizo entrega de un lote con diferentes productos de coidado infantil y ropa y les brindó"todo su apoyo" .
Los servicios sociales del Concello de Nigrán se han volcado con su situación y se están tramitando todas las ayudas a las que podrían tener acceso. De momento la pareja se instaló, con la abuela paterna de los pequeños en una casa en la parroquia de Priegue.
Graciela, que sueña con poder retomar algún día sus estudios, sueña con una vivienda en el casco urbano "donde pueda llevar a los niños al parque" ya que en Priegue "se necesita coche para todo y no tenemos". Para su marido, Lorenzo, lo más urgente es encontrar un empleo que le permita sacar adelante a su pequeña gran familia. n
