CATÁSTROFE EN TUI

Tragedia en pleno Ramadán

Las familias marroquíes se concentraron ayer en el punto habilitado para las víctimas en Guillarei, donde acompañaron al hermano de la mujer fallecida junto a su marido
photo_camera Las familias marroquíes se concentraron ayer en el punto habilitado para las víctimas en Guillarei, donde acompañaron al hermano de la mujer fallecida junto a su marido

El matrimonio  marroquí fallecido, Abdlak y Sora, llevaba casi treinta años residiendo  en Paramos, donde tuvieron a sus dos hijos de 14 y 6 años. La amplia colonia  magrebí lloraba ayer la muerte de sus vecinos y amigos 

nnn La tragedia golpeó a la comunidad marroquí asentada en la parroquia de Paramos, un grupo  de cerca de una veintena de familias que llevan años integradas en el municipio. Los dos cuerpos encontrados por el momento bajo los escombros pertenecen al matrimonio formado por Abdlak y Sora, de unos 50 años de edad y con dos hijos de 14 y 6 años que lograron salvar su vida. 
Poco después de la explosión, sus compatriotas y amigos comenzaron a buscar al matrimonio. Los niños estaban en el hospital y los servicios de menores hacían un llamamiento para encontrar algún familiar de los pequeños. “Llamé a Abdlak al móvil, pero no contestaba”, explicaba uno de ellos quien reconocía que “desde el principio sabíamos que ella había fallecido,  porque la escucharon pedir auxilio pero tardaron mucho en acudir a rescatarla”.
Ayer, el único hermano de la mujer que está en España se  trasladaba hasta Tui, donde recibía atención psicológica en el centro de Guillarei. Allí, se concentraban el resto de miembros de la comunidad porque “somos como una familia y estamos muy consternados”. La mala noticia les llegó en pleno Ramadán, una época especialmente importante para los  musulmanes.
Los compañeros del matrimonio describían a la pareja como una familia normal, trabajadora y que se llevaba muy bien con los vecinos.
Él se dedicaba a la venta ambulante, como la mayoría de la colonia asentada en el municipio y ella, en cuerpo y alma a sus hijos. 
Su amiga y vecina Máxima asegura que “era una madre buenísima, siempre pensaba en sus niños porque decía que eran lo más importante para ella, su razón para vivir y pedía a su Dios todo los días que le permitiera cuidarlos”.
Otros vecinos de la zona coincidían en que tanto los fallecidos como el resto de ciudadanos marroquíes están muy integrados en la parroquia, “son personas que llevan años aquí, nunca hubo problemas de convivencia”.
La comunidad se mostró ayer como una auténtica piña arropándose los unos a los otros, no sólo ante el dolor de haber perdido a  dos “familiares” como ellos mismos consideraban a las víctimas sino también por el suyo propio, ya que muchos de ellos se vieron afectados por la explosión. “Algunas de las viviendas eran humildes y no soportaron la onda expansiva”, aseguraban en el barrio de A Torre, donde ocurrió todo.
El matrimonio tuvo peor suerte. Vivían casi “pared con pared” del almacén clandestino.  Ayer, el Concello buscaba realojar a la comunidad marroquí, a todas las mujeres juntas. “No necesitamos comida hasta la noche por el Ramadán, sólo pedimos para los niños, leche y sobre todo agua, por el calor”, comentaba una mujer.n

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