VAL MIÑOR

Un estudio en Baiona vincula el vino con el Descubrimiento

A la derecha el historiador Anxo Lemos junto con los representantes de las bodegas, comercio y gobierno local, ayer.
photo_camera A la derecha el historiador Anxo Lemos junto con los representantes de las bodegas, comercio y gobierno local, ayer.

El historiador Lemos concluye que "La Pinta" partió con 4.000 litros de caldo en sus bodegas

El historiador de Baiona, Anxo Lemos, destacó la importancia del vino en los viajes al Nuevo Mundo y constató el peso que tenían los caldos en el día a día de la villa marinera, hasta el punto que era el propio corregidor el que marcaba su precio en las tabernas de la zona, con un impuesto denominado "Blanquilla”. 
En el estudio encargado por el grupo González Byass, propietario de Bodegas Lusco, Lemos concluyó que en el viaje de partida desde Palos de la Frontera la Carabela "Pinta" iba cargada con al menos 4.000 litros de vino que además de servir como bebida y alimento, funcionaba de lastre en unas embarcaciones que carecían de quilla y que sólo eran capaces de navegar con vientos portantes. Por otra parte el baionés mantuvo que aunque no se podía comerciar directamente con el Nuevo Mundo desde Baiona, podían exportar a cualquier otro punto de Europa con lo que es factible que con el fin de evitar las tasas impositivas de la época cargasen parte del vino  en la villa, que por las características, acidez y conservación presupone que era de la variedad Albariño, y después acabasen de llenar las bodegas en el punto de partida con vinos de Jerez. De esta manera ahorrarían parte de las tasas y arribarían en el otro continente con una mayor variedad de caldos. "Las características del vino de Jerez no matan la sed, ya que es muy seco al paladar y demasiado dulzón", explicó Lemos. 
Este punto puede llegar a ser determinante si se tiene en cuenta que las cartas de racionamiento estipulaban diariamente un litro de vino por marinero durante travesías que a menudo superaban el mes de duración, además de otro de agua aunque ésta sufría graves problemas de conservación y acababa siendo no apta para el consumo en muy poco tiempo.  "Al final del viaje se nutrían e hidrataban con el caldo de uva", matizó Lemos.
Pese a que a priori resulta atrevido asegurar que el vino de Baiona se consumía directamente en el Nuevo Mundo, está constatada la importancia del comercio con caldos de origen miñorano por toda Europa y Atlántico. "Realmente los indicios pueden llevarnos a pensar que el de producción miñorana hubiese cruzado el charco pero no hay documentación que lo asegure, de lo que tenemos constancia es que en Ramallosa había un embarcadero en donde se cargaban diariamente cantidades ingentes del producto que venían de toda Galicia y que se destinaba al comercio", explicó. 
Por las conclusiones obtenidas tras el estudio los propietarios de Bodegas Lusco eligieron al museo flotante de la villa para presentar en la mañana de ayer su nueva añada con denominación de origen Rías Baixas. Un acto cargado de simbolismo entre los dos mundos además de Andalucía y Galicia que se volvieron a unir 525 años después a través de vino para formalizar un hermanamiento que lleva vivo más de medio siglo. 

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